martes, 7 de abril de 2009

Prisioneros de esperanza

"Volveos a vuestra fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble"
Hoy, en esta etapa de mi vida, me encuentro siendo una prisionera de esperanza. Pero no una prisionera cualquiera.No. Una voluntaria; una que quiere estar atada a la esperanza.
Toda mi vida las cosas me han costado el doble, no tuve una familia lo que se dice "normal" pero creo que muy pocos la han tenido. Hay familias ensambladas, separadas, otras que se llevan mal, o no se llevan, y también las hay casi perfectas. Digo "casi" porque no creo en la familia perfecta. A esta altura de mi vida estoy en condiciones de afirmar que para mi, ese tipo de familia no existe; a no ser la familia de comercial, esos que están todos perfectitos, la mujer friega como loca pero nunca se despeina y tiene unas uñas que pareciera nunca hace nada... el marido llega de trabajar con una sonrisa y pareciera que hubiera estado jugando al golf, y los niños son hermosos, perfectamente vestidos, como si nunca se tiraran al suelo, y sumisos. No se oyen discusiones, nadie levanta la voz y todos se tiran besos...
Nada mas lejos de mi realidad, pues mis manos parecieran que estuvieron metidas en ácido muriático, no suelo maquillarme para estar en mi casa, mi hijo se vive tirando al piso(porque eso lo hace sonreír y para mi esta perfecto) y cuando vienen visitas a casa se saca la ropa y queda como el niño de la propaganda de pañales disfrutando al son de "freedom", mi marido llega del trabajo como si el Ferrocarril Sarmiento lo hubiera pasado por encima, y yo llego a la noche rameando los pies...
Por todo eso y mucho mas soy una prisionera voluntaria de esperanza...
Espero. A veces no tan pacientemente, pero creo. Creo que Dios tiene todo en sus manos y nada se le escapa.
Hoy aproveche que Agus esta con su terapeuta para sentarme a orar y a leer un rato la biblia y le di gracias a Dios porque Agus entro bien con su terapeuta y hacía 2 días que no tenía berrinche... Ahora escribo y lo escucho como llora. Grita. Parece que lo estuvieran matando. Pero así son sus berrinches. Es propio del autismo. También escucho como su terapeuta intenta calmarlo, desviar su atención hacia otras cosas...
Aún así, mantengo mi calma. A pesar de que mi vida ya no es igual conservo mi fe. Nadie puede tocar nuestra fe. Nada ni nadie nos puede separar del amor de Cristo. Nadie...Excepto nosotros mismos.
Es el deseo de mi corazón en esta mañana mantener mi fe, y mientras tanto, mientras lucho por llegar a mi meta seguiré siendo una prisionera de esperanza.

1 comentario:

  1. hola lau gracias por pasar a conocernos tambien me tenes aca apartir de ahora , para lo q necesites conta conmigo yo desde aca voy a estar orando por ustedes ,,, besos q dios los bendiga

    ResponderEliminar